13.2.13

La semana pasada salí por unos caguamones al "depo" y me encontre un pedazo de carne tirado en la banqueta. Se veía bien cocido, medio rojizo, quemadillo en algunas partes, recién pasado por las brasas y abandonado a su suerte. Acaparó mi atención un par de minutos, los cuales me hicieron chillar la ardilla y desear todavía más un vasito de caguama. El sol estaba bien obsceno. Sudando, vestido y alborotado fui al deposito, cuando al llegar me percate que estaba cerrado "Clausurado desde el 15 de Enero" decía el aviso. Chingado -dije- ya ni la vuelta, en lo que volteè y vi un Super7 cruzando la calle, fui, pero lo malo de ahí (y todo mundo lo sabe) es que te las venden azorrilladas y sin hielo.

De regreso pase donde mismo y le convide un traguillo de cheve al pedazillo de carne. Estaba angustiado -me decia- ese pinche perro me va chingar pa' antes de las seis, ¿cuál perro we? -le pregunte-, el chiquilin -me dijo- pinche perrillo cagapalo. Me le quede viendo y al principio no supe que contestarle, pero despues le dije que no se preocupara, que asi son las cosas, que este mundo no es el unico, etc. Le tome una foto pal' "face" y le saque tierra al pavimento.

Para el día siguiente le había escrito un poema, así que bajandome del camion fui a buscarlo, pasé y solo vi un huesillo, me quede pensando y supe que no era el, lo pateé y seguí caminando. Andaba feliz, los Tigres le habían metido la chaira a Toluca.


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