26.4.12

25.04.12




¿Quien no se pregunta como nació la noche?, o si la oscuridad es un ser, una ficción aguardada en un hecho, o si es tan real que se siente, a la vez que se respira su densura amarga y se vive en ella, las suposiciones son casuales, tan casuales que se quedan en la imaginación, pero si la noche es imagen viva, la oscuridad es imagen viva, la luz es imagen viva, la imagen no es como la pintan, pero si como se siente.

¿Quien pudiera representar el misterio, como cuando una cara se va rehaciendo tras haberse perdido en una calle sin salida?, ¿el tiempo?, pero si el tiempo es misterio, es un misterio inacabado, que se deshace lentamente conforme pasan los segundos. La calle Colon, cuando el trasvesti sale a platicar con el payaso junto a una maldita lampara que sin querer salio de la nada; la calle Pico Sorata cuando el señor sale a comprar la leche con un gesto de desgano y una luz le ilumina esa boca simplona, la calle, la calle, la calle con la oscuridad, es otra a la calle.
Imposible decir adiós a tantas calles, a tantos gestos, a tanta desesperación e histeria acumulada en un frasco iluminado por un vil foco ahorrador, el adiós es para el arte, como para el agua es un niño estúpido viendo por primera vez el océano.
Adiós es misterio, misterio es adiós, la carga es recíproca, no luchan por poner un orden ni por objetarse como la palabra mas regordeta del diccionario, ambos son conceptos diáfanos en su sencillez, el ser de la noche podría vivir solo conociendo estas dos palabras, y así lo vive.
En la oscuridad es fácil encontrar, nuestros ojos no ven, no estamos alimentando los espectros visuales que nos acechan en el día, quiero creer que las sombras tienen cuerpos que tienen mas sombras, que llevan una vida mejor que la del cuerpo, que no se pierden ni se encuentran, que no andan quejándose ni hablando como ratas.
En la oscuridad es fácil encontrar sombras por nosotros los temporales si se busca la luz, ya que ella no llega, se puede estarla esperando por días y no llega.
Es la perdida y el encuentro, paradigma ontólogico de la oscuridad.
Nosotros los temporales que buscamos la luz tenemos muchas quejas contra las sombras, quejas que se convierten en envidas recién termina el sol de ocultarse, ellas llegan primero a su destino, las correteamos arduamente por toda la avenida del tiempo, nos acechan en esos paisajes de primavera en nuestra espalda, donde las cicatrizes son mapas para ellas, ellas son señales del destino, puntos ciegos, notables en su ausencia, marcados por el misterio de decir adiós cada segundo que termina un segundo, tan repetitivamente que el tiempo cae arrodillado, cansado de perseguir la función que le llama.
Ellas junto con la luz son uno, y para la imagen son ajenos, no se conocen, se odian, con ese odio tan dañino que les asocia, y su perpetua comunión se vuelve concepto de desarrollo para un fenómeno itinerante, como es la oscuridad
La oscuridad es la que atrae a todos los conceptos a un “por si acaso” en la representación, la representación es cruel con los elementos que le componen, los muestra demasiado, los exhibe ante una multitud hambrienta de verdades, de siniestros y de sexo. La representación es una vagina babeando semen, indiscreta y abierta ante el hombre acostado en la cama. La oscuridad se puede mostrar en la representación, pero no puede ser representada. La representación no va representar nada mas que residuos, y que residuos, son hermosos los residuos, ¿a quien no inquietan, a quien no seducen y lo llevan a ese magnifico mundo automático?.
Esa suavidad que se empuña en un algodón y se queda ahí, hasta irse partícula por partícula a un ahogado vació, lleno de vicios y cayos en la mano, esa suavidad se va en el magnifico mundo automático, son almas indiscretas las que la mano puede atrapar, momentos imprecisos, alquimias desgarradoras que nacen de lo profundo del instante, el instante oscuro que es representado por mi cámara, dibujado casi a modo de perfección lo que es la nada.
Y es que no somos nada, nose porque nos hemos empeñado en demostrar que somos algo, si todos los objetos son una burla de nosotros, son como mentadas de madre que nos hemos hecho a nosotros mismos. Sin embargo, la cámara si me ha dicho a algo, algo que intento descifrar cada ves que toco ese botón y mando una orden a la lente y a todo el desmadre que trae adentro para que atrape algo.
Intento e intento e intento atrapar, y solo atrapa nada que crece con algo.
Esa cámara no la hizo quien la invento, ni yo quien la utilizo, ni siquiera el mundo, ni siquiera dios, mi suposición es que se hizo sola, es autodidacta y esta mas filosa que nunca.
Perfecta para llevarla a pasear y reírme de las pendejadas que toma, al menos yo si me río, y no disimulo ante la agudeza del peatón, esa dicha que me hace ser fotógrafo y domador de bestias, de estímulos y de situaciones indecorosas, como cuando la cámara te traiciona y te desnuda.
Y que me desnude, quien no esta desnudo ante la imaginación, quien es tan abstracto que puede en silencio arraigarse al reposo sin no imaginarse piel en la pared. Piel rosada como un elefante psicodélico, clavada en una antesala aterciopelada, de tacto fácil e inquietante, como las fotos de algún planeta encontrado en un día sin que hacer, pero que por esa textura febril, condiciona un pie pisándole.
El tacto en la noche, es tacto en el paradigma, y siempre en el paradigma la moral batalla por caber, cabe pero muy apenas, y se ve muy encimosa su presencia. Por eso no sabemos lo que tocamos y regularmente nos situamos como el objeto a seducir, somos presa fácil para las casualidades cuando nos perdemos, porque la imaginación es la que trabaja descifrando los caminos, pero cuando la existencia nos come, somos una parte mas del montón.
Vivir en el montón tiene sus recompensas, caminar como idiota es una de ellas y de ellas la mas importante, es cuando el mundo lo sientes a tus pies, y puedes combatirlo siendo parte del mismo cáncer, es inteligente ser una célula que se mueva distinto a otras, pero moverte igual sabiendo que es distinto, es aún mejor.
En las carreteras del mundo automático hay periferias bastante enormes, son como aeropuertos minimalistas donde uno puede descansar y vivir en paz, lejos de esas periferias uno se adentra a un desierto falso, una arena picosa y rojiza, llena de reflejos siniestros que pican los pies, pero te mantienen en un suspenso de lo que puedas encontrar bajo la arena, es como cazar estrellas.
“la impresión de una luz en un intento por descubrir casualidades, fósiles en un desierto a oscuras, como quien encuentra en lo caliente de la arena una respuesta”.
Pase de ser carnicero a paleontólogo, nunca fui fotógrafo aunque si lo mencione, nunca compuse, nunca intente arreglar a la vida en un marco, nunca creí representar una idea, nunca soñé en forma de imagen.



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