26.4.11

conrazon el cielo es azul




Comunicacion, traicion
perdida en la noche
por obscura y silenciosa
por voraz
la espera se pierde y se guarda
inquietante
nada personal.

nada ambivalente
el dia que nace

reconfortante
social.

quizas este como un hoyo
desgastado, putrido, sin fin
negro hasta el fin.
con pelos y una voz que dice

mientras quememos las ilusiones que contaminan el aire de los entes
la nada se quedara ahi, corrompida totalmente
sin seguro de vida
sin manchitas de cotidianeidad
sin miradas.

vida es vida muerta

muerte es vida vivida y algo mas que se mueve

25.4.11

mamada

Quedan solo unos numeros en la unica caja que tengo a mi lado
no hay palabras
no hay nada
solo valores que terminan y empiezan lineas, vectores que encaminan por todo el ancho y largo del mundo factorial las problematicas de la flematica categorizacion, del maldito orden y de las manos.

Conoci desde anoche la problematica de mi mano
la muy estupida trato de escribir
yo automaticamente le quite las ganas,
no quiero que escribas sandeces le dije, le repeti y se lo grite.

quien eres cabrona para tratar de describir lo que no puedes ver

inmediatamente tomo el lugar que le corresponde a una mano.

el trasero voluptuoso de una perra.

23.4.11

La piedra en el agua

Hay algo en mi cuerpo que dice no pertenecer, otra parte acepta hacerlo y fluye rio abajo, hacia el umbral de lo desconocido y la posibilidad. Yo, al menos me he quedado aquí, esperando volver a ver esa otra parte y de nuevo unirme a ella. Contemplando, vía ojo-ser, lo que se mueve, lo que alborota, lo que vida tiene y vida sobra; la muerte va en ella.
Cuando la otra parte de mí (a la que llamare tú por el resto del escrito) huyó, me vino un inquietante remordimiento, algo así como un todo incompleto y una sensación de identidad corrompida que alargo el sentimiento de añoranza y perdida. Ignoro si tú puedas sentir lo mismo, a la vez que ignoro el porqué de tu abrupta emancipación, pero puedo afirmar que hay un interés mutuo por separarnos y/o juntarnos. 
A través de esta dualidad se ha de construir mi recuerdo, como un punto de encuentro atemporal y de cuestionamiento interior. He de afrontar mi perdida y aceptar el antagonismo que nos separa.
Tú lejos de mí y yo de ti.
Sin ti, he perdido el interés en buscar y encontrar, en ir y venir a los lugares, estos ya no me dicen nada ya que ellos tampoco me ofrecen algo, el mapa que entretejía mi cotidianeidad se ha roto y me he declarado perdido en este mar de llanto y piedras rodantes, piedras solo movidas por la fuerza de la inercia… la marea.
Mi único punto de apoyo en estos momentos es resistir vía corpórea. El cuerpo como fundamento primario de lucha, resistir como situación de subsistencia, sino resisto, muero, y lo que menos quiero es morir, tengo ilusiones, sueños y sobre todo deseos de verte. Todavía no pierdo esa esperanza en poder saber el porqué de tu huida y el porqué de mi añoranza, estoy demasiado apegado y agarrado a esta tela de la memoria, al pasado, muy férreamente, a encontrar respuestas, quiero conocerte a partir de tu falta, quiero conocerme a partir del vacío.
A esta altura del día mis pies han dejado de responder, me siento agotado y sin fuerzas a pesar de que no me he movido desde que te fuiste, mis energías disminuyen y e proseguido a sentarme, siento que si sigo parado abandonare pronto mi espera y mi deseo. Sentado tendré tiempo para pensar en ti y eso me reconforta.
Aunque realmente no estés, idealizarte me da protección y seguridad, le doy el por qué a lo que hago, el discurso de mi visceralidad se transforma en una realidad utópica paralela a la sensible, la cual me construye. Toda esa gente pasar, hablar, sus zapatos como castañuelas, sus risas, sus impresiones, sus no impresiones, su falta de y su razón, todo me lleva a ti y tu suenas como a eco de mi estadía.
Con el paso del tiempo a través de los amaneceres y los anocheceres me he permitido averiguar las horas de entrada y salida de los otros, sus distintos roles, las uniones y desuniones de los grupos, su producción como la forma de comunicación por excelencia, me he permitido averiguar también que soy solo dueño de mi soledad, participe de mi compañía y de un espacio virtual de 80 x 50 cm, el cual a veces es corrompido por piernas borrachas y niños juguetones, por miradas curiosas y pensamientos indiferentes.
Cuando uno vive dentro de, todo fuera no existe, y solo lo de adentro cuenta sus propias historias, las cuales a veces por ser muchas no dicen nada, pero tienen la misma lógica tanto como principio y final de donde se dicen. Aunque a veces en algunos momentos me doy permiso de dudar, cuando veo que tanto movimiento produce más movimiento y un incesante y aletargado suspiro de muerte donde se supondría que hay vida de más, o de vacío donde el espacio nunca otorga, solo dicta mediante el devenir.
Me he dejado permear por mi entorno, puedo decir incluso que él me conoce y yo le conozco aun aunque halla cierta diferencia en el comportamiento de los otros y yo. Esta forma de aceptación y rechazo me ha llevado a recordar los momentos que tuve contigo, a esa constante pulsación por dejarte y tenerte, o porque me dejes y me tengas. Era necesaria esa inestabilidad para reencontrarnos minutos después caminando juntos, mirando el mismo árbol y pisando el mismo chicle, oliendo las mismas huellas de lo que pasamos… lamiéndolas y tragándolas.
Me siento, tras todo esto, con la profunda e inquietante necesidad de actuar premeditadamente dentro de, intervenir en el espacio que me encuentro por una causa, pero todavía no la sé, no la siento propia y tan mía como para tomarla de estandarte y proclamar mi existencia por y para ella, sin embargo, cada que pasa una persona siento que cumplo una función, me siento con vida y con la intención de ser esa especifica alteridad que confluye con el lenguaje corporal de los otros y yo.
Esa podría decir es mi dualidad, la no transformante y calculadora, la humana, la no específica, puedo decir que estoy confundido, sin embargo entre más días paso en este sitio, más lo siento parte de mí y ajeno en muchas situaciones. Puedo decir que el tiempo me ha hecho presa de la cotidianeidad, que me debato entre la irracionalidad de mis acciones y la razón que las evoca, pretendo saber que todo tuvo un fin específico, la huida de ti, el reencuentro de mí, sin embargo me encuentro en esa búsqueda, porque tu falta ha sido el detonante y el nombre, que acogido por mí me diferencio del mundo.
Esa tarde en la cual partiste recuerdo muy bien parecías un ente aborazado entre tanta gente, un respiro colectivo de cientos de personas, te combinabas con tanta facilidad y recorrías todo el camino como un fluido dentro de otro fluido madre, eras más que una parte de eso que te rodeaba. Recuerdo te fuiste sin decirme una sola palabra, solo te desglosaste rápidamente como una molécula de agua en un vaso de aceite, corriste y tus piernas solo las vi cuando estaban ya lejanas. Te hiciste invisible, porque el mismo camino que cursabas lo era.
Desconozco tu porque y reconozco mi duda a través del sentido que le da a mi presente.
Quedarme aquí estático, sentado, casi como piedra, ha significado más que esperarte, más que una renuncia a mi búsqueda personal por los caminos cíclicos de las personas, calles, destinos. Ha sido el argumento más valido para la reconciliación con mi entorno. Ver, escuchar, oler, degustar día a día los pasos de ellos, los que construyen y de construyen mi fortaleza, pensar que yo no soy nadie en este entorno, solo un punto, algo que cumple una función, relativa e incongruente, valiosa tal vez para mi nada mas, deseada tal vez por mi nada mas, amada tal vez por mi nada mas.
Tras dormir esa misma noche con esa idea de función y construcción en mi cabeza, tras estar sentado en cierta posición fetal, una persona trato de moverme bruscamente de donde me encontraba, al hacerlo sentí como sus manos al quererme agarrar desgarraban pedazo, filamento por filamento de mi piel, lo único que pude hacer fue gritar, moverme como pude y caer al suelo. Alcance a ver sus converse sucios moverse rápidamente, el corrió, tal vez pensando en que yo libre lo podía agredir, sin embargo era lo último que pasaba por mi mente en ese instante.
Después de ese desagradable momento y del nacimiento de esas yagas lastimeras en mi piel, me nació una pesadumbre y cierto rencor, no hacia él, más bien a un cierto sentimiento de decepción. En ese momento no sé porque sentí más derecho de estar ahí haciendo lo que hacía, que cualquier otra persona que hubiera visto en días pasados, sentí incluso obligación por apropiarme de ese lugar y convertirlo en mi propiedad. Lo hice.
Hice de mi pequeño espacio privado un campo de batalla y un paradigma al movimiento, una resistencia y un simple monumento a la atemporalidad, un observatorio casual, un mirador a un horizonte más que próximo, casi palpable. Inmediatamente me sumergí a un espacio auto sustentable, con sus propios modos de acomodo y orden, con sus distintas rutas y variables en torno a ellas.  Me esforcé para agudizar mi sentido de la observación y utilizar ciertas retrospectivas de mi vida para armar algunas conclusiones. Todo parecía un compendio de carreteras para nuestro transito necesario y cotidiano, puntos fronterizos en cada esquina y en cada entrada a algún otro espacio más selectivo.
Ciudad de delimitantes y delimitadores, la función pública del espacio ha quedado solo en ciertos pequeños puntos de la ciudad, casi imperceptibles, lo suficiente para a veces olvidarse de ellos y seguir caminos automatizados. Puertas, muchas puertas, para entrar y salir, para congestionar, para dictar ciertas normas y consumir, todo lleva a una cadena de causas y efectos, de engranes moviéndose frívolamente en cada espacio rodeado de gente.
Micro espacios con micro estructuras: los camiones, las tiendas y dentro de estas, los baños, las cajas de pago, la oficina del gerente, cada una con su propia jerarquía de poder, su fuerza discursiva y su metodología del consumo, al igual que los macro espacios con macro estructuras, como las plazas para estar, ciudades, países, con propias maneras de mantenerse en y lejos del margen de otras fuerzas discursivas a pesar de que estas le habitan y construyen.
Mi posición esta fuera de estas dos, no pretendo cuestionar las estructuras, sino más bien los vacíos y los espacios, el acomodo del individuo en estos a imagen y semejanza del orden de sus ideas y su función comunicativa.
A mayor tamaño de espacio, más ambivalencia, menos concatenación, más flujo, menos unión, más individualidad incuestionable, a menor tamaño de espacio la individualidad se vicia y trastoca, se cuestiona y muchas veces se olvida, más control, más poder centralizado.
Son las ciudades el conjunto de ideas colectivas representado por puntos, distancias, vacíos y lugares.
El orden de los cuerpos dentro de un espacio es la alegoría de una imagen espacial de nuestras ideas, suponiendo que cada individuo es una idea, el vacío es el lugar disponible para que cada idea ocupe un espacio particular y con ello se unan o desunan, se olviden o permanezcan. Su tiempo de perduración va de la mano con la subsistencia del individuo. Las estructuras son los mapas de caminos donde se replantean las fuerzas que conducen a las ideas a determinados puntos de convivencia. Dentro de las estructuras, estos mapas de caminos son también representados como sistemas, generalmente sistemas abiertos, ya que estos son los que tienen las aptitudes necesarias para un continuo crecimiento epistémico, su forma va cambiando relativamente a como su conocimiento también va cambiando.
La comparativa y similitud de idea e individuo debería ser una primicia básica para entender el movimiento de los cuerpos dentro de una estructura. ¿Es un cuerpo sin movimiento una idea viciada o el principio de una unión de ideas que puedan armar una microestructura en resistencia?
De pronto queda un silencio sepulcral en la calle donde he estado posado
¿Quién olvida a quién?
Es solo el recuerdo un punto de encuentro entre estos dos, el espacio es inmenso y solo dos puntos en él, con similar interés, dos antagónicos que se buscan o que se olvidan, ¿y si se encuentran?


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