Somos la misma noche del mismo animal
la curvatura del ciclo polar en el mundo fantasmal.
El oído que no escucha sin reír
la boca que nace del aliento indiscreto para volar.
El ojo sin pestañas en mi sollozo
la lagrima inmaterial en la careta del dolor.
El fuego ordenando al hielo en las profundidades del infierno
el hielo calentando el mar en las alturas del blanco cielo.
Las mariposas volando alternadamente en nuestras cabezas
los ojos de mil pensamientos en las míseras cuestas.
Los gritos de eternos orgasmos en las azoteas
las selvas místicas de cuerpos desnudos sin arterias.
Cada palabra desbordante de locura
cada pasión indocumentada en nuestras tierras.
Cada persona carente de inconsistencia
cada pupila inmensa de incertidumbre
cada piel con una desilusión sin pena
un solo sueño inoperante en la carretera.
El sol ahora ilumina las andanzas
de la luna, del viento y la matanza.
La calle ahora ve sonrisas
de dios, de ti y las simplezas de nuestras vistas.
Ilusión sin miedo,
miedo sin ilusión.
Sueño sin pavor,
pavor soñado por el adiós.
Letras carentes de sabor.
Amor ardiente en la salvación.
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