4.12.09

22 de diciembre del 2008

A veces me preguntaba si la felicidad era un argumento de un dialogo entre locos o simplemente un delirio humano que aguardaba en el subconciente de cada uno de nosotros.

Mi risa muchas veces se escondio, no ante los demas sino ante mi, la sentia lejana, como un ente en un mundo de espejos. Mi verdadera risa simplemente no la encontraba.

La habre desechado, le habre maltratado o simplemente estaba ciego ante una realidad que me aguardaba con los brazos abiertos.

Mis ojos no podian estar ciegos, como, si todas las noches podia ver en la oscuridad mis propios pensamientos, como, si afuera de mi habia un mundo al que yo propiamente veia y le cuestionba porque existia.

El decalogo de mi vida se basaba en las primeras diez palabras que le encontraba mi mente a la brillantez de una persona, de una sombra o de mi propia irrealidad.

Este dia olia a jazmin, un jazmin marchito, un jazmin acostumbrado, un jazmin en una trinchera de soldados.

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