24.8.13

San Lambisco de Cozula Pt 1

Don Aparicio, el hombre detrás del hombre, el sueño detrás de la noche. Personaje que en sus cabales intento descubrir la muerte y solo conocio su propio nombre. Enorme enigma para tan pequeño pueblo, remoto y perdido entre las montañas de una sierra que lo protege y cuida como una madre. Fecha a que se hable igual de su vida como su muerte, no pasa un dia que no se mencione en algun lugar del poblado, misterio que el tiempo solo iba a guardar dentro de su misma controversia. Han pasado ya 3 generaciones desde la ultima anecdota que se le toma en cuenta y sin embargo en el poblado de San Lambisco de Cozula todo ha quedado a la expectativa de su retorno, los ultimos viernes de cada año aquí en la plazuela se respira tensión y alegría, las viejas bancas de madera le esperan intactas, el kiosko aguarda con lamparas y luces, cohetes, cerveza y tamales su llegada, las mujeres se visten de gala y se ponen sus mejores calzones, los machos desenfundan sus fusiles hacia el cielo, todo espera, quieto el momento, como una fiesta sorpresa la llegada del espiritu de Don Aparcio.

Yo me encuentro coludido entre el montonal de gente, guardo conmigo una libreta y un envase con mezcal al cual pego de sorbos cuando no me acuerdo de las cosas, mientras tanto espero y platico con algunos pueblerinos. Todos y todas personas tranquilas, humildes, ocupadas en las rutinas de un pueblo que vive del ganado y una que otra cosecha de maiz, en realidad de no ser por Don Aparicio nunca me hubiera parado donde estoy, sus historias no dejan de sorprenderme. Supe a oidos que Don Aparicio hace algunos años al ver la incapacidad del gobernante en turno, lo obligo a caminar de rodillas y pedir disculpas publicamente desnudo con una cabeza de ganado entre sus manos, los pueblerinos se ensañaron a tal contra aquel persona que lo quemaron vivo, desde entonces comentan que el espiritu de Don Aparicio es el unico dueño y gobernante en San Lambisco de Cozula y tanto ha llegado a ser la adoración de su gente que las iglesias se convirtieron en centros de recoleccion de milagros, casas de ofrenda como aqui se les llama, son como santuarios donde hay todo tipo de objetos: juguetes, piedras, pedazos de ropa e incluso algunos accesorios de cocina, cada cosa tiene su historia y corresponde a un milagro, por lo que ahora a diferencia de otros años las iglesias estan a reventar, hastiadas, llenas de tiliches, tanta ha sido la acumulacion que tuvieron que abrir otras dos casas de ofrendas donadas precisamente por dos familias que ahora estan viviendo entre milagros y tiliches de las otras personas, por lo que este año se espera una manifestacion, un aviso o un mensaje sin precedentes.

Las horas transcurren y el sol ya esta empezando a ocultarse tras la corona de montañas que rodean el poblado, cada vez hay mas gente pasando, familias enteras de hasta dos generaciones caminando por la pequeña plazuela en busca de algun lugar para poder observar la llegada de Don Aparicio, no he visto a nadie que ignore el tema, todos saben que como este día no hay dos, yo trato de disimular que soy foraneo evitando hacer preguntas estupidas o fuera de lo comun, por lo que debido a mis reservas y cuidados todava ignoro completamente cual fue la historia de tal personaje, nose que habra hecho en vida para dejar tal huella en sus tierras, vaya, he escuchado anecdotas contadas por terceras y segundas generaciones, las cuales hablan de un hombre reacio y corajudo, amable por las buenas y por las malas el diablo, temido por sus enemigos, cuentan que era comun verlo tirado borracho por los terrenos de los demas ejidos, varias veces sacado a punta de lanza y con insultos, amante de casi todas las mujeres del pueblo y conocido por el gran tamaño de su miembro, eso se dice de Don Aparicio. Se habla mucho de su vida, costumbres, pero no hay algo que me haga asociarlo a esa fuerza sobrenatural de la que tanto se habla y razon principal por la que estoy parado aqui, esas historias me recuerdan a cualquier persona que veo aqui pasando a mi lado, no a la de un personaje casi santo venerado por sus milagros y apariciones.

Las ocho en punto se muestran en mi reloj, el viento hace que vuele mi sombrero y se pierda entre el mar de piernas, chifla un aire espantoso, chillon, zumbando como cien enjambres de avispas enfurecidas sobre mi cabeza, los pueblerinos se tapan los oidos y cierran los ojos ante la polvareda que se ve venir, yo trato de entrecerrarlos lo mas que puedo para no perderme un solo segundo de lo que pudiera pasar, todo esta totalmente oscuro, las lamparas se han apagado con el ventarron y arriba solo se ve un cielo enrojecido, arboles bailando como locos y polvo. En la esquina contraria de la plaza se escucha un grito agónico, de esos salidos desde las boca del estomago, ante tal cosa me asusto e inmediatamente quiero ver lo que ocurrio pero hay tanta gente que no se puede ni mantener de pie, todos estan asustados y se dirigen corriendo en bola a ver lo que ha ocurrido, otros espantados tratan de esconderse o ponerse a salvo, yo trato de acercarme lo mas que puedo pero me tropiezo con un pedazo de cordon tensado a un arbol, caigo y siento solo seis pisadas arriba de mi espalda, recien me cubro trato de levantarme lo mas pronto para correr, mientras tanto me acerco arrastrandome con las piernas, inmediatamente veo que se ha despejado para caminar, me paro y siento una taquicardia tan fuerte que sino es porque se que estoy vivo pensaria que tengo el corazon en la boca, los gritos se incrementan y nose que mierda estara pasando pero algo me dice que no esta bien, la tranquilidad momentanea que habia no hace menos de cinco minutos se transformo en todo un desquizio, mi curiosidad muere por saber a que se debio, para ser sincero por dentro quiero ver al pueblo arder, ver y sentir su furia, sigo caminando ya con mas cuidado mientras por ahi a mi lado escucho que a una tal Doña Chule se le mostro Don Aparicio, que esta desmayada y no se puede mover, corro mas deprisa saltando cuerpos y piedras y llego a tal cosa, me topo con algo desagradable, una señora totalmente desmembrada, casi como si hubiera implotado dentro de si, con un gran pedazo de carbon en medio de su cuerpo, me quede totalmente atonito al ver tal escena, las imagenes de alarma o cualquier otro periodico amarillista se quedan cortas, sus hijos, dos jovenes varones no sabian si gritar de horror por ver las visceras desparramadas de su madre o gritar de jubilo por haber sido los elegidos ante tal forma de manifestacion, yo simplemente me quede en silencio contemplando tal escena como si en verdad conociera a la señora, de pronto de la nada empezaron a escucharse unos cantos a lo lejos, como una especie de alabanzas o consignas, el sonido se acercaba cada vez mas que facilmente se podia adivinar que habia mas de cien personas entonando la misma consigna, a lo que me parecio raro ya que el pueblo muy apenas llega a los trescientos habitantes y en la plaza facilmente lo eramos, que mierda estara pasando, la piel que hace unos minutos tenia fresca y viva se me empezo a empalidar del susto, se me enchina al no saber que hacer, esos canticos no eran alabanzas de iglesias o ritos, se escuchaban como cantos para intimidar al contrario, como una consigna de guerra. Decido largarme de ese lugar y subir a lo alto del palacio municipal que se encuentra a un costado para divisar de mejor manera que era lo que se avecinaba, al subirme por las escaleras observo que el edificio esta totalmente abandonado e incluso saqueado, se ve que nadie le ha pisado desde ya hace decadas, sigo subiendo entre polvo y telarañas y cuando llego al balcon observo que hacia la calle principal hay tres antorchas con un fuego bastante prominente y del otro lado que era donde se escuchaban las consignas no hay absolutamente nada, se ve como un pantano negruzco, tan oscuro que no se logra distinguir el empiezo y el fin de San Lambisco de Cozula, al voltear de nuevo hacia las antorchas observo que estas se han apagado y simplemente ahora esta todo en penumbras, los cantos ahora acompañados de tambores no cesan y cada vez su estruendo se sienten mas cercano, volteo algo desconcertado para la pequeña plazita esperando no encontrar ningun cuerpo y nada, sorprendente aquella cosa, los pueblerinos despues de intimidarse por aquel grito de Doña Chule, ahora ni se inmutan por el gran resueno de los cantos, incluso algunos estan tratando de poner nuevamente las lamparas y los banderines, los niños siguen corriendo y las señoras levantando al muerto o sirviendo los tamales, a lo lejos alla por donde estaban aquellas antorchas, se empiezan a escuchar los estruendos de los fusiles y los gritos charros, como gallos en pleno amanecer dandole la bienvenida a quien es su jefe y patrón, el esíritu de Don Aparicio.

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