8.9.10

Fernero Madrugada 1826

Bajo el soporífero calor de una caldera tapada,
amanecía la noche inmiscuida en la madrugada.

Supiera cuando pasear mi alma y
revolotearla en el cielo negro.

Supiera se acerca el invierno
para desnudarme y jugar sin miedo.

Ahora puedo interpretar un viento fresco,
ahora lo puedo interpretar como un soplo de tu boca recorriendo el pensamiento.

Induciéndome en la noche,
bajo mi sombra recorriéndonos,
encontrándonos en un rosal
agarrando los pétalos de nuestro cuerpo.

Eres mía, como el horizonte hace suya la dicha del futuro,
eres mía, durante un comienzo y un final sin muertos.

Ahora puedo interpretar una lluvia densa como una primavera en invierno,
como densas gotitas de sudor amaestradas para rozarte y embelesar el cuero.

Induciéndome a desafiar la fantasía,
quebrantándola con una estocada al suelo
a su corazón infranqueable y tuerto,
a su pelo seco y tieso.

Me incitas a quemarme vivo,
a quemar nuestra sabana de piel
bajo un sol quemante en alguna tarde de febrero
sobre una luna ardiente en alguna noche de enero.

En alguna madrugada de invierno.

En algún minuto de amor de nuestros rojos cuerpos.




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